lunes, 23 de abril de 2012

La humildad prevalece

La humildad Prevalece
La humildad que no cuidáis es fundamental para que podáis fomentar las luces del alma. Las luces de vuestras mentes y las luces de vuestras almas no siempre van paralelas. Tenéis que aprender a distinguir qué es de Dios y qué es del mundo, porque os agobiáis y vuestra fortaleza se debilita. Cuando se está con Dios, cuando se está con Jesús de lleno, esa fortaleza está viva siempre. Cuando la fortaleza a Jesús desaparece, cuando a Jesús dejáis de lado quedáis vacíos y sin protección y viene el llanto y vienen las dudas y viene la desconfianza y viene la impaciencia. (29.7.96)
Todo da vueltas alrededor de las mismas miserias siempre, de vuestro egoísmo y vuestra soberbia, en definitiva de vuestra falta de humildad. Humildad que como sabéis es imprescindible para llegar a conocer a Dios. Humildad que cuidando en vuestro corazón os permitiría alcanzar esos estados que ahora veis imposibles de alegría continua, de confianza permanente en Dios. Los problemas no van a desaparecer hijos míos, porque Dios así lo ha dispuesto; dificultades habrán siempre, pero esas dificultades son para que superéis esa naturaleza humana apoyándoos en la espiritual y ganéis los retos que continuamente encontráis en el camino. Esos retos pueden ser muy, muy sencillos, vencer el mal humor para alegrar a un hermano que padece, vencer esos celos que nacen para alabar una obra bien hecha de un compañero, vencer la rabia y la soberbia para callar cuando hay que callar. (13.3.96)
 La humildad, la humildad es la clave para el perdón sincero. Cuando no se es humilde jamás se puede perdonar de corazón a ningún hermano porque si no se es humilde el recuerdo viene una y otra vez; y uno dice perdonar y lo que hace realmente es volverse indiferente hacia esa persona, cuando lo que pide Dios es que pidáis por vuestros hermanos y por sus errores para que Él mismo los perdone. (13.3.96)

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